El cuento número trece

diane setterfield

Vida Winter, una escritora famosa y misteriosa, contacta con Margaret Lea, una joven librera, para que esta escriba su biografía. Rápidamente, Margaret intuye que tras las palabras de la escritora se ocultan mentiras, secretos y un pasado oculto.

  • Editorial

    Círculo de Lectores

  • Año y lugar de edición

    2007, Barcelona

  • Número de páginas

    412

  • Título original

    The Thirteenth Tale

  • Traducción

    Matuca Fernández de Villavicencio

  • Lo mejor

  • El estilo, basado en la corriente romántico-gótica
  • La lectura fluida
  • La historia y la explicación de los misterios
  • El entorno, con un ambiente fantástico
  • Los personajes, muy bien construidos
  • Otras obras

    RECOMENDADAS DE LA AUTORA

  • El hombre que perseguía al tiempo
  • Erase una vez la taberna Swan

Resumen en imágenes

Hace poco hablé sobre Cumbres Borrascosas, un libro de tradición romántico-gótica del que quedé enamorada a los doce años. Las hermanas Brontë consiguieron trasladarme (junto con otros autores como Goethe) a un mundo de atmósferas muy peculiares; un ambiente que creí poder encontrar únicamente en libros de épocas pasadas. Sin embargo, pocos años después me leí El cuento número trece, que integra ese estilo literario en una historia fechada en la actualidad.

El cuento número trece está escrito por Diane Setterfield, una escritora inglesa actual nacida en 1964 que dejó las clases universitarias —era profesora de literatura francesa— para dedicarse a esta novela. Fue su primera obra; le han seguido otras que todavía no me he leído (pero que no tardarán en caer). El cuento número trece se publicó en 2006 y se convirtió enseguida en un best-seller. La trama nos sitúa en la librería de Margaret Lea, una mujer que recibe una carta inesperada de la famosa escritora Vida Winter. En el libro, Vida Winter es una novelista misteriosa de la que no se conoce ningún dato real, pues a cada periodista le cuenta una historia diferente sobre su vida. Sin embargo, en la carta le pide a Margaret que escriba su biografía, tras lo que esta acepta y se traslada a su casa para trabajar en las memorias. Esta historia es en apariencia muy sencilla, pero rápidamente Margaret intuye que hay un secreto tras las palabras de Vida Winter.  

George Angelfield había muerto. Bastó un breve examen para determinar que el hombre había fallecido de una septicemia causada por el aro de cabello humano que tenía profundamente incrustado en la carne del dedo anular

El estilo es oscuro, retorcido y violento, aunque es fácil de leer. Exceptuando un par de capítulos intermedios, la lectura es muy fluida.  El marco es de doble narrador —referencia clara a Cumbres Borrascosas—, ambos en primera persona: Margaret Lea por un lado y, por el otro, Vida Winter relatando sus recuerdos. Todos los personajes están desarrollados; los hilos que los relacionan están, también, perfectamente trazados. El peso está trasladado, en su mayoría, sobre las figuras femeninas.

Sobre el regazo, las manos eran un racimo de rubíes, esmeraldas y nudillos blancos y huesudos

Hay una cosa en especial que aprecio muchísimo en esta novela: la forma de esconder los misterios. Los libros de intriga, en muchos casos, me decepcionan porque los secretos se desvelan de maneras ostentosas, dejando atrás al lector, ya que las pistas no son suficientes o no son sutilmente visibles como para que este logre averiguar el misterio. Sin embargo, el misterio de El cuento número trece es una verdad que el lector ya conoce, que ha ido descubriendo a la vez que Margaret. Cuando llegué al punto en el que una conoce parte de los secretos, tuve que parar la lectura durante unos veinte minutos en los que me quedé sentada en la cama uniendo cabos, revisando capítulos anteriores y dándome cuenta de que —maldita sea— lo había tenido todo el rato delante. Releyendo ahora ese pasaje en concreto se me ponen de nuevo los vellos de punta.

El cuento número trece es un libro para bebérselo sin dejar a un lado la atención, pues requiere de un lector con los ojos bien abiertos. Una historia complicada contada de forma fácil; una historia de misterios, pero, sobre todo, una historia de fantasmas. Hay, en esta obra, un ambiente fantástico —un aura mágica, a pesar de no haber presencia alguna de fantasía— que muestra una oscuridad presente en la humanidad; una violencia que, no obstante, parece encontrar en esta misma el opuesto y no es sino en la suma en donde todos encontramos la salvación. Puede que también —incluso— los personajes que nos la cuentan.

Usted es libre de no hablar si así lo desea. Pero el silencio no es el entorno natural para las historias; las historias necesitan palabras. Sin ellas palidecen, enferman y mueren, y luego te persiguen

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