Cumbres borrascosas

emily brontë

Cierto día, en la mansión de Cumbres Borrascosas, el señor de la casa trae un niño bastardo llamado Heathcliff. Uno de sus hermanastros lo desprecia. En cambio, su hermanastra Catherine se hace su amiga y, con el tiempo, se enamoran. Sin embargo, Catherine lo rechaza, lo que desencadena una historia de venganza y crueldad que alcanza incluso a las siguientes generaciones.

  • Título original

    Wuthering Heights

  • Traducción

    Vergara

  • Editorial

    Círculo de lectores

  • Año y lugar de edición

    1968, Barcelona

  • Número de páginas

    281

  • Lo mejor

  • Los personajes, muy bien construidos
  • La historia Cathy (hija) y el final
  • El uso de recursos adelantados a su tiempo
  • La inspiración que generan las hermanas Brontë

Resumen en imágenes

Tenía diez años. Estaba en casa de mi abuela May; me enseñó un armarito de madera oscura. Puedes coger el libro que te apetezca —me dijo— porque ya nunca los usamos. Con los cómics no pasaba lo mismo: tenían una enorme colección de Astérix y Obélix y de Mortadelo y Filemón que yo solo podía leer cada vez que pasaba un rato con ellos. Aquel día, sin embargo, tenía la oportunidad de llevarme el libro que quisiera. Era todo un regalo.

Cogí Cumbres Borrascosas. La cubierta estaba ya amarilla y la letra era minúscula, propia de edición antigua: era de 1968. Fue el elegido porque siempre me han atraído las cosas viejas, pero lo cierto es que no lo leí y se quedó cogiendo polvo en mi habitación durante un tiempo hasta que un día decidí empezármelo. Tenía doce años; me lo terminé en una semana y se convirtió en uno de mis libros favoritos hasta la fecha.

Cumbres Borrascosas fue escrito por Emily Brontë en 1847; no tuvo buena acogida, aunque ahora sea una obra reconocida como clásico literario. Tanto ella como sus hermanas Anne y Charlotte escribieron relatos, poemas y novelas desde muy jóvenes. En sus escritos usaban pseudónimos masculinos para poder publicar: Emily era Ellis Bell, mientras que Anne y Charlotte eran respectivamente Acton y Currer Bell. Emily vivió gran parte de su vida en Haworth (Inglaterra), lugar desierto y salvaje que le inspiró para el ambiente tormentoso de Cumbres Borrascosas. Esta fue su única novela: murió con treinta años, un año después de publicarla.

“El pensar en él llena toda mi vida. Si el mundo desapareciera y él se salvara, yo seguiría viviendo; pero si desapareciera él y todo lo demás continuara igual, yo no podría vivir”

Me lo he leído varias veces desde entonces, apreciando —conforme crezco— nuevos matices. No puedo decir que sea un texto fácil: no se lee rápido, no es intuitivo. Cumbres Borrascosas es un libro gótico con un estilo impecable que precisa de atención por parte del lector. La historia no creo que sea, a estas alturas, ningún secreto: trata sobre amor y orgullo, sobre dolor y egoísmo, todo relatado desde una violencia constante. Los personajes están muy bien construidos y, a pesar de la diferencia de épocas, siempre me he sentido de algún modo identificado con alguno de ellos.

La historia está asentada sobre todo en personajes femeninos muy fuertes, cada uno a su manera. La trama nos la cuenta Ellen Dean, el ama de casa que ha vivido de primera mano todos los sucesos que ocurren en la casa de Cumbres Borrascosas. Ellen, ya mayor, ha presenciado primero la relación entre Catherine, Heathcliff y Edgar Linton; y, más tarde, la vida de Cathy (hija de Catherine). Aunque, obviamente, los hombres son los dueños y señores de las tierras, las verdaderas protagonistas son Catherine y Cathy. Lo que me resulta curioso es que, a pesar de que es una historia sobre mujeres contada por una mujer, el narrador es un hombre. Lockwood, un nuevo inquilino, escucha la historia de Ellen y hace de filtro entre ella y el lector; hay un narrador dentro de otro, pero realmente la figura de Lockwood es casi innecesaria. Puede que esto responda a que la época en la que fue escrito: igual que Emily se escondió tras un nombre de hombre, tuvo que esconder a la narradora, Ellen, tras una voz masculina.

“Tenía los negros ojos de los Earnshaw, y la blanca piel y los rubios cabellos de los Linton. Su carácter era altivo, pero no brusco, y su corazón sensible y afectuoso en extremo. No se parecía a su madre”

Cumbres Borrascosas es un libro que responde también a la corriente del romanticismo. Por lo tanto, a pesar de lo mucho que me gusta, no muestra relaciones amorosas sanas en ningún aspecto, como suele pasar con este tipo de novelas (para comprenderlo, basta decir que el romanticismo comenzó con Las Penas del Joven Werther, de Goethe). Así que ¡dejemos la ficción en la ficción y aprendamos aquello que no nos conviene!

“Hubiera preferido que sufriera menos, pero que sus sufrimientos se debieran a mí. Solo llegaría a perdonarle si lograra devolverle, uno a uno, todos los sufrimientos que me ha producido. Ya que fue él el primero en afrentarme, que fuera él el primero en pedirme perdón”

A pesar de ser un libro más denso que los que he recomendado anteriormente, Cumbres Borrascosas es una historia preciosa, intensa y con un punto fantástico que transmite, sobre todo, el entorno en el que se mueven los personajes. Está escrita desde un lirismo crudo y agitado, que nos describe una espiritualidad y un humanismo que nacen de una oscuridad terrible. Para mí es una obra indispensable y el primer libro que leí escrito por una mujer, lo que marcó muchísimo a la mi yo adolescente. Me leí después Jane Eyre, de Charlotte Brontë, el cual me gustó también mucho. Siempre he preferido Cumbres Borrascosas, aunque quizás sea hora de una revisita al de Jane; tengo amigas que consideran este su favorito. ¡También tengo que leerme las dos novelas de Anne! ¿Podré hacerlo sin volver a tener ganas de leer a Emily? Tengo que reconocer que me sé varias páginas del libro de memoria y que siempre que me encuentro otro ejemplar reviso esa parte del texto para decidir si me lo compro o no. Tengo ya seis ediciones, todas de segunda mano: ¡paradme los pies! 🙂

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